La fotografía en blanco y negro se nos hace nostálgica y antigua. Nos recuerda a los pioneros de la fotografía. Para mí el monocromático es interesante, elegante y te permite ver la naturaleza desde su interior.
Olvidándome del color y aprovechando la niebla, la atmósfera húmeda e invernal de estos días, he visitado un lugar que favorece la escena.
Y esta no es más ni menos que la Chorrera de los Litueros, en la comunidad de Madrid, a escasos metros de Somosierra.
Es muy conocida porque se sitúa muy cerca del nacimiento del río Duratón, que discurre por Madrid y las provincias de Segovia y Valladolid, además de su fácil acceso.
La poca cantidad de agua que cae, la hace especialmente apetecible para lograr esos cabellos que se dibujan al capturar el movimiento del agua.
Más entrado el invierno, cuando las temperaturas se mantienen bajas, la podemos capturar congelada y es especialmente bonita.
Os animo a que la visitéis…
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